En un entorno donde la globalización y la inmediatez promueve el aceleramiento social, la salud mental es una joya que se debe preservar, prevenir y promover en las diferentes aristas de la vida de las personas. Hoy por hoy en este entorno hiperconectado se ha roto el paradigma fundamental referente a que “los problemas se quedan en el hogar”, puesto que la enfermedad mental no puede ser simplemente ignorada, todo lo contrario, siempre debe prevalecer en cualquier entorno y esfera de las personas que la padecen y conviven con su diaria afectación.
De este modo, el sector laboral para ser más productivo debe encaminar un proyecto de vida en conjunto con los colaboradores, proponiendo herramientas que faciliten el mejoramiento del bienestar emocional. De hecho, “no hay salud sin salud mental”, una frase ampliamente aceptada en el campo de salud atribuida a diversas figuras y organizaciones, o como decía el maestro Lao Tzu “la salud es la mayor posesión”, por lo que la salud mental no solo es una prioridad en el país sino del mundo, involucrando a las organizaciones en la generación de valor a partir de la construcción de un equilibrio entre el trabajo y la vida personal.
Desde una perspectiva general, la automatización, la precariedad laboral, las brechas generacionales, la inclusión social, la informalidad, la deshumanización de las organizaciones, las brechas de género y las crisis por desigualdad son solo algunos de los tantos desafíos presentes y proyectados.
El panorama es retador, es decir, podemos ver el vaso medio lleno o medio vacío. Según el Foro Económico Mundial en su último informe sobre Riesgos Globales 2023, identificó que el costo de vida en los próximos dos años será el riesgo más relevante, mientras que para la próxima década los riesgos más prominentes serán los relacionados con el medio ambiente; sin embargo, se perciben otros como la migración mundial a gran escala, el deterioro severo de la salud mental y el desempleo.
Ante la brecha de genero global, este organismo estima que las mujeres no alcanzarán la igualdad con los hombres sino en 131 años, en 2154, por lo que, a nivel laboral, se requieren estrategias enfocadas a la rápida adaptación y a la formulación de proyectos insignias que fomenten el bienestar y la salud mental, a su prevención y promoción como a su cuidado, citando una propuesta de la Organización internacional del trabajo, que ha propuesto los convenios fundamentales sobre seguridad y salud en el trabajo 155 y Convenio sobre el marco promocional para la seguridad y salud en el trabajo 187.
Se debe precisar que muchos aspectos pueden fomentar un ambiente laboral tóxico, como lo son la falta de vínculos efectivos y el deterioro en la comunicación entre equipos de trabajo, líderes y colaboradores, la falta de reconocimiento, la sobrecarga laboral, poca empatía, la carencia en políticas y prácticas de apoyo que respalden la salud mental, espacios físicos y entornos poco saludables. Estos escenarios son propicios para el declive emocional y el deterioro en el bienestar de las personas, pues no integran los objetivos de desarrollo sostenibles de las empresas a la cultura de la organización.
¿Cuáles son las señales de alarma de un ambiente laboral tóxico?
Según la nota estadística de salud mental en Colombia frente al análisis de los efectos de la pandemia del DANE (Departamento Administrativo Nacional de Estadística) en 2021, es indispensable contemplar que la situación laboral es uno de los factores determinantes en el estado de ánimo de las personas. El poseer una estabilidad laboral es fundamental para la construcción de un proyecto de vida óptimo, porque los recursos económicos que provienen del trabajo reducen considerablemente el estrés y las preocupaciones excesivas, así como también promueven la salud mental y física.
De esta manera, los indicios como la informalidad, el rumor al interior de los equipos de trabajo, los horarios extensos, la ausencia de redes de cuidado, no realizar pausas activas ni contar con programas de bienestar, la falta de autonomía en el desarrollo de funciones, falta de visión y claridad en las responsabilidades como en las rutas de mando y de comunicación fomentan un entorno laboral tóxico, sin mencionar factores como el acoso laboral ya definido desde la ley 1010 de 2006 y la discriminación racial o por genero a comunidades como la LGTBIQ+.
Finalmente, los entornos de trabajo tóxicos o negativos influyen en las relaciones familiares y deterioran la calidad de vida de las personas o grupos que lo experimentan, y adicional a ello, actualmente el tráfico, aunque suene curioso en una ciudad principal como Bogotá, aumenta en más de tres horas el desplazamiento lo que genera predisposición para la realización de las actividades diarias y malestar constante.
¿Cómo pueden los empleados identificar y reconocer estas señales de alarma?
La disponibilidad permanente, el uso constante de rutas de comunicación diferentes a las establecidas por las organizaciones como chats de WhatsApp fuera del espacio laboral en donde se solicitan tareas o actividades distintas a las responsabilidades habituales, falta de herramientas básicas de trabajo, la solicitud de informes en rangos diferentes al tiempo del colaborador, las renuncias permanentes o despidos masivos, la falta de capacitación y desarrollo, son algunos ejemplos.
En Colombia, según el DANE para 2023 las microempresas y medianas empresas representan alrededor del 98% del tejido empresarial. Muchas de estas organizaciones son empresas familiares que no cuentan con un área de talento humano o un psicólogo organizacional, además de estar constituidas por equipos emparentados por consanguinidad que pueden generar sesgos en la toma de decisiones para citar casos particulares y no generalizados. Otros rasgos que también se pueden presentar en ambientes tóxicos y que son muy frecuente son las burlas, la ausencia de modales, agresiones y expresiones peyorativas hacia las personas.
¿Cuáles son los efectos negativos de un ambiente laboral tóxico en la salud mental de los empleados?
En el artículo Síndrome de Burnout, de un fenómeno laboral a un diagnóstico médico de la revista colombiana de salud ocupacional se resalta que, en Colombia, el burnout se considera una enfermedad laboral derivada del estrés, pero no se reconoce como diagnóstico médico en la CIE-10. Esta falta de reconocimiento dificulta su identificación y tratamiento, afectando la atención a los colaboradores y la implementación de medidas preventivas en las empresas.
Actualmente es común que las personas que experimentan burnout o síndrome del quemado también puedan padecer de depresión, ansiedad, trastornos del sueño, trastornos de ansiedad social y problemas de salud física, como enfermedades cardíacas o gastrointestinales.
La relación entre el burnout y otras condiciones de salud mental y física puede ser bidireccional, debido a que el agotamiento emocional y la falta de motivación que caracterizan al burnout pueden aumentar el riesgo de desarrollar depresión o ansiedad. Por otro lado, las condiciones de salud físicas también pueden contribuir al desarrollo del burnout, ya que pueden aumentar la carga de trabajo y el estrés laboral, siendo concluyentes ambientes tóxicos que pueden aumentar los cuadros de estrés y que redundan en la posibilidad de generar cáncer laboral, peristaltismo (movimientos intestinales involuntarios) como cefaleas o migrañas frecuentes. Por tanto, es esencial que las organizaciones promuevan el bienestar a partir de seguimientos ocupacionales y lo ideal es que las personas que ingresan a una organización puedan retirarse estando mejor de lo que ingresaron.
Cabe resaltar que los efectos anteriores tienen repercusiones en la productividad y desempeño generando pérdidas económicas significativas en las organizaciones.